EXPERIENCIA DE PEREGRINAJE EN EL PUEBLO DE POSTAS DE OWASE-Participa en los rezos al son de un tambor singular y prueba las deliciosas especialidades locales
Owase es un municipio muy animado que durante el período Edo fue pueblo de postas (en japonés, Shukuba) situado en una de las rutas de viaje habituales del antiguo Japón. Los pueblos de postas servían como paradas de refresco en las que se ofrecían alojamiento, tiendas y demás facilidades para uso de los viajeros. En el Santuario Owase puede verse una pareja de árboles de alcanfor de gran antigüedad, uno de los cuales tiene más de 1.000 años de edad. Además, este atractivo pueblo costero cuenta también con una rica tradición culinaria que se puede disfrutar mejor mientras se hace un paseo turístico que te llevará a los mejores enclaves.
Para aquellos que aprecian las actividades culturales con sabor único y la ocasión de probar viandas extraordinarias la “Experiencia de peregrinaje en el pueblo de postas de Owase” constituye la perfecta mezcla de ambas cosas. Esta actividad, que puede practicarse en cualquier época del año, comienza a las 2 de la tarde y dura unas tres horas. Su precio es de ¥7,000 por persona e incluye participar en un rezo con tambor tradicional en el Santuario Owase, un tour a pie con un guía que proporciona información en inglés, paradas en tiendas y mercados locales y cuatro deliciosos aperitivos.
Sobre el autor:
Cuando me mudé a Japón en el año 2015 mi deseo era tener todas las nuevas experiencias que pudiera. Aquellas expectativas han sido superadas por completo y todavía hoy, cuando viajo por este increíble país, sigo encontrando nuevas aventuras y deliciosos platos que probar.
El día que llegué a Owase estaba nublado y caía una fina llovizna. Esta zona costera de la Prefectura de Mie es uno de los lugares más húmedos del Japón, así que por ese lado no fue una sorpresa. El día de mi visita también era lluvioso, e iba preparado para ello. Para ser honestos, me gusta estar en zonas rurales cuando llueve. La humedad hace que el verde de las plantas de la montaña luzca con unas tonalidades aun más vívidas.
Después de llegar a la estación de Owase que hay en la línea de tren Kisei Honsen, caminé unos diez minutos hasta el Santuario Owase donde comenzaría mi tour y me esperaba la oportunidad de participar en unos rezos al son de un tambor singular. Se cree que el Santuario Owase tiene una Historia de más de 700 años. No es posible verificarlo porque la mayoría de los antiguos documentos del Santuario fueron arrastrados por los tsunamis que causaron los grandes terremotos de Hoei (1707) y Ansei (1854). Sin embargo, gracias a las vigorosas tradicionales orales se ha evitado que la Historia y el significado de este santuario se pierdan.
El santuario se enclava entre dos pasos de montaña, Yakiyama-toge y Magose-toge, que están considerados como dos de los pasos más difícles de la antigua ruta Kumano kodo. En el período histórico de los Estados en guerra, el Santuario Owase era un punto de vital importancia que conectaba la región de Ise con la de Kishu. Se dice que muchos señores feudales de la guerra acudieron al santuario para rezar por la victoria.
Mi guía turística, Yoko Umetani, me estaba esperando con su paraguas en mano cuando llegué. Yoko me pidió que la llamase por su nombre de pila y yo le contesté que me tratase de idéntica manera. Se sumaron también otros dos miembros de la asociación local de turismo. Se presentaron a sí mismos al modo tradicional japonés como Morimoto-san y Higashi-san. Finalizadas las presentaciones, comenzamos el tour.
Antes de entrar al santuario, Yoko y Morimoto-san llevaron a cabo un sencillo ritual de purificación (en japonés, chozu). Este rito se realiza a la entrada porque el terreno del santuario es considerado como sagrado. A la entrada de todos los santuarios sintoístas hay dispuestos receptáculos con agua para estos fines.
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Entramos cruzando bajo el gran portón torii de la entrada del santuario. Había llegado la hora de pasar al interior y experimentar un rezo singular acompañados de un tambor tradicional (en japonés, taiko) de gran tamaño. Este tipo de rezo tan específico solo tiene lugar en el Santuario Owase.
Fuimos recibidos en el santuario por el sacerdote y su asistente para el rezo. El sacerdote vestía los ropajes distintivos de los sacerdotes sintoístas (en japonés, shozoku) y tenía un aspecto que impresionaba. El interior del santuario en sí mismo era espectacular y tanto su estructura de madera como sus pequeños detalles eran algo que atraía la vista. El sacerdote comenzó nuestra visita con una explicación en japonés acerca del santuario. Mis guías, con gran amabilidad, me tradujeron al inglés la mayor parte del contenido.
Una de las principales particularidades del Santuario Owase es que en él hay el mayor taiko fabricado con un tronco vaciado de zelkova japonés. Aquel enorme tambor tradicional resultaba impresionante y me sentía muy interesado por ver de qué manera se combinaría con el rezo que estábamos a punto de experimentar.
Antes de que comenzara la ceremonia del tambor, me dieron una tablilla de madera (en japonés, ema) y me dijeron que tenía que escribir en ella una plegaria para el futuro. Escribí un breve deseo por la felicidad futura de mi hija y acto seguido tomé asiento con el resto de miembros de nuestro equipo mientras el sacerdote hacía los preparativos de la ceremonia.
La ceremonia del rezo comenzó con el sacerdote entonando unos largos pasajes en japonés. Su vigorosa voz y sus seguras maneras transformaron rápidamente la atmósfera reinante en el interior del santuario. Escuché y observé con gran atención mientras el sacerdote y su asistente realizaban los primeros rituales del rezo.
En la segunda parte de la ceremonia intervenía la música de taiko, que quedaba a cargo de la asistente del sacerdote. El fuerte y rítmico vibrar del taiko llenó cada rincón del santuario y resultaba fascinante la mano tan experta con que la mujer percutía sobre la piel curtida del instrumento. Cuando terminó de tocar, me llevó unos segundos salir del ensimismamiento en que había caído.
Una vez terminó el resonar del tambor, se nos requirió a cada uno de los presentes acercarnos de manera individual y participar en la ceremonia del rezo. El sacerdote y su asistente nos ayudaron a seguir los pasos rituales y el ambiente en la sala durante toda esta parte fue de gran solemnidad.
A continuación de la ceremonia, la asistente del sacerdote trajo a la sala de los rezos una bandeja con una jarrita de sake y unos vasitos. Mis guías me explicaron que en la religión sintoísta se cree que el sake purifica frente a los malos espíritus. Acepté con gusto mi vasito y bebí el sake.
A comienzos de febrero el Santuario Owase organiza el festival anual conocido como Ya Ya Matsuri, considerado como uno de los más sorprendentes de todo Japón. Este festival tan singular a veces es citado en inglés como el Quarreling Festival. Nutridos grupos de personas recorren las calles de Owase mientras van cantando “ya ya”. Al mismo tiempo, van intercambiando copas de sake y algunos de ellos saltan a las frías aguas del mar. El último día del festival tiene lugar un desfile a lo largo de toda la jornada que lleva a las multitudes hasta los terrenos del Santuario Owase para asistir a una ceremonia de tiro con arco en la que participan arqueros de todas las áreas circundantes.
Una vez terminada la ceremonia de rezo al son de aquel extraordinario tambor, volvimos a salir al exterior donde nos encontramos con que la lluvia había escampado. Cogí mi ema con la plegaria que había escrito antes y la colgué junto a otras plegarias en el terreno del santuario. Ya estaba listo para comenzar nuestro tour a pie por Owase y probar algunas de sus deliciosas especialidades culinarias.
Según salíamos del santuario, nos detuvimos unos momentos para apreciar la absolutamente increíble pareja de árboles de alcanfor junto a la entrada. Uno de los árboles tiene más de 1.000 años de edad y en general está considerado como árbol sagrado. Se cree que el árbol trae felicidad y fertilidad a quienes le rezan.
La segunda parte del tour consistía en un tour a pie por Owase con paradas en el camino para probar alguna de las especialidades culinarias locales. Nuestra primera parada fue en una tiendecita de aspecto encantador regentada por una amable señora cuya especialidad eran las bolas de arroz tostado (en japonés, mochi) ensartadas en un pincho y recubiertas de salsa de soja dulce. Este es uno de mis pinchos japoneses favoritos y el que preparó ella fue uno de los mejores que he tomado.
Yoko me explicó que una de las especialidades culinarias de Owase eran los alimentos ensartados en un pincho y que había una campaña de promoción para que los visitantes probaran diversas opciones. Dí las gracias a la señora del establecimiento de dulces por el mochi tan delicioso y nos dirigimos al siguiente punto.
La siguiente parade en nuestro tour de comidas locales fue un pequeño mercado tradicional muy concurrido. Tan pronto como puse mis pies dentro supe que todo lo que comiera estaría delicioso. El interior estaba muy animado, con trabajadores ocupados en preparar alimentos y clientes escogiendo sus artículos favoritos.
Según ibamos recorriendo el interior, los empleados me trajeron algunos platos de konjaku recién preparados, albóndigas de carne picada de pescado y setas fritas. Me gustan mucho las tres cosas por lo que decidí no contenerme. Los tres platos estaban increíblemente buenos y tuve que resistir las ganas de una segunda ronda porque sabía que teníamos que hacer una parada más.
Antes de llegar a nuestra siguiente parada, disfrutamos de un agradable paseo sin prisas de unos diez minutos. Nuestro objetivo era una pescadería que estaba atestada de una gran variedad de pescado fresco y productos del mar. Fuímos allí para llevarnos unas sazae (la llamada caracola turbo) recién hervidas, una exquisita vianda japonesa muy popular.
Para disfrutar de nuestro último aperitivo y tomarnos un descanso, paramos en una casa tradicional que había sido habilitada como lugar de descanso para viajeros. La oscura madera, las esteras de tatami y las puertas correderas creaban un ambiente relajante y confortable. Nos sentamos y disfrutamos de las sazae, algo de té y mochi fresco mientras charlábamos acerca de las experiencias del día.